Toma las precauciones para broncearte sin efectos negativos.
UNA EXPOSICIÓN PROGRESIVA
Aprovecha las actividades al aire libre para ir exponiendo tu piel al sol de forma gradual, para que sintetice la melanina y por tanto adquiera una protección natural frente a las radiaciones solares. Durante estas exposiciones es importante que bebas agua (deberías tomar un litro y medio cada día) con el objetivo de que tus células sean capaces de retener la humedad. Elige lugares húmedos y rocía tu piel con agua termal.
CUIDADOS INTENSIVOS PARA TU ROSTRO
Manchas y arrugas. Para afrontar los efectos del sol tu cutis tiene que estar fortalecido: hidrátalo desde las primeras exposiciones, por dentro y por fuera. Junto con los cuidados de nutrición habituales, añade a tu rutina un sérum con vitamina E y ácido hialurónico. El primer activo previene las manchas solares, el segundo retiene la humedad en la superficie cutánea y juntos evitan el fotoenvejecimiento. No olvides utilizar gafas de sol y el contorno de ojos para evitar las patas de gallo e hidratar la zona de alrededor de los labios y la frente.
Hidratación profunda. Una cura semanal a base de vitamina C, un antioxidante que estimula la producción de colágeno, ayudará a tu piel a crear un buen escudo ante los estragos solares.
Logra un tono uniforme. Al eliminar las células muertas, los peelings facilitan la absorción de los principios activos de estos tratamientos hidratantes, la regeneración de la capa más superficial de la piel y un bronceado más luminoso.
Protección exterior. Toma el sol siempre con un fotoprotector facial; obtener un bronceado progresivo es la mejor forma de conseguir que dure más. Recuerda que para que el fotoprotector sea efectivo debe aplicarse al menos 20 minutos antes de exponerte al sol. Los hay altamente hidratantes y con color, que te protegen a la vez embellecen y nutren la piel. Extiéndelo también en la zona del escote, y renuévalo por la tarde, sobre todo si estás en el exterior.
