Este es el decálogo para tener una piel sana:
Hidrata la piel a diario. Elige un producto adecuado a las características especiales de tu epidermis y se constante en su utilización.
Evita el uso de productos agresivos. Elígelos suaves y testados dermatológicamente, tanto para el rostro como para el cuerpo.
Dúchate con agua tibia. El agua muy caliente deshidrata la piel y elimina sus defensas naturales.
Cuida tu alimentación. Aumenta el consumo de antioxidantes (fruta y verdura) y bebe una cantidad suficiente de agua para mantener hidratada la piel.
Deja de fumar y reduce el consumo de alcohol. Ambas sustancias perjudican la salud de la piel, ya que generan radicales libres y, como consecuencia, aceleran el envejecimiento cutáneo.
Duerme las horas necesarias. De esta manera se facilita la renovación celular, un proceso imprescindible para mantener la piel sana y joven.
Protégete del sol. Recuerda que, tomado en exceso, el sol acelera el envejecimiento cutáneo y, sobre todo, aumenta el riesgo de sufrir cáncer de piel.
Controla el estrés. Muchas dolencias de la piel se agudizan por la acción perjudicial de la tensión nerviosa. Para evitarlo, haz deporte, pasea al aire libre y realiza actividades relajantes.
Revisa tus lunares y manchas. Hazlo con frecuencia y, ante cualquier cambio sospechoso, visita al especialista.
Acude regularmente al dermatólogo, al menos una vez al año. Hazlo siempre que observes cualquier alteración de la piel y, en el caso de tener lesiones pigmentadas, acude a los controles que especifique el especialista.
