LAS DOLENCIAS MÁS FRECUENTES DE LA PIEL I

Con unas dimensiones de aproximadamente 2 metros cuadrados, la piel resulta imprescindible para protegernos de las agresiones externas. Está además muy conectada con nuestros órganos internos e, incluso, con nuestras emociones, por lo que cualquier desequilibrio que se produzca en nuestro organismo puede traducirse en diversos trastornos cutáneos. Para evitarlos, es conveniente identificarlos y proporcionarles el tratamiento que requieren.

Y es que la piel es el órgano más visible del cuerpo y también uno de los más vulnerables. Por esta razón, trastornos tan habituales como la dermatitis, las verrugas, la urticaria, etc. pueden llegar a resultar muy molestos. Para evitarlos, es conveniente proporcionarle a nuestra piel los cuidados que necesita.

DERMATITIS ATÓPICA

Es una inflamación de la piel que se manifiesta con la aparición de eczema y picor, generalmente muy intenso. Aunque puede afectar a cualquier zona, se presenta con más frecuencia en los brazos y en la parte posterior de las rodillas.

Se desconocen las causas, aunque hay una cierta prevalencia en personas con asma y alergia. Afecta, sobre todo, a los niños en sus primeros años de vida. Solo en una pequeña parte de los casos la dolencia perdura más allá de la adolescencia.

Como tratamiento, el objetivo principal es aliviar el picor y para ello se ultilizarán cremas hidratantes. Es importante evitar los jabones (es mejor utilizar productos específicos para este tipo de pieles) y el agua muy caliente en la ducha. Además, se aconseja usar prendas de algodón, ya que los tejidos sintéticos agudizan los síntomas. Si estos son muy intensos, el médico puede recetar cremas de cortisona.

PSORIASIS

Es una enfermedad de tipo inflamatorio que suele cursar de forma crónica, con períodos de mejora y empeoramiento. Se agudiza con la sequedad de la piel, el estrés y con la toma de algunos fármacos. Causa picor y aparición de parches de piel enrojecida con escamas blanquecinas, sobre todo en el cuero cabelludo, los codos y las rodillas, entre otras áreas.

No se conocen con exactitud las causas, aunque se sabe que existe una cierta predisposición genética a sufrirla.

Cuando la psoriasis es leve, se trata con cremas específicas. Cuando es moderada o grave, se puede recurrir, además, a la fototerapia (rayos PUVA) o a tratamientos a base de fármacos como la ciclosporina, el metotrexato, etc. Lo más eficaz, sin embargo, es alternar varias opciones terapéuticas.

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