Los excesos en la mesa dificultan los procesos depurativos. Estos son los tres pilares en una dieta depurativa:
– Hígado. Cuando este órgano se congestiona, las toxinas se acumulan y, como consecuencia, nuestra piel resulta perjudicada, nos sentimos bajos de energía y se reduce nuestra capacidad para reducir las grasas. Para potenciar sus funciones, da prioridad a los vegetales ligeramente amargos (endibia, escarola o berenjena), a las coles y a alimentos con vitamina C (tomate, pimiento, cítricos, mango, etc.).
– Intestino. Un tránsito fluido ilumina la piel, mejora el humor y reduce la sensación de pesadez. Para cuidar el intestino y mantener en buen estado la microbiota intestinal, toma más alimentos fermentados, como el kéfir o el yogur, y fibra. Elimina harinas blancas y cereales refinados (mejor los integrales) y prepara más recetas con alcachofas, berenjenas, cebolleta, puerro, col, garbanzos…
– Riñones. Comer pocas proteínas puede favorecer la retención de líquidos. Trata por tanto de incluir en cada comida principal carne de ave, pescado o huevos. Y recuerda que los alimentos más ricos en agua y en minerales diuréticos son vegetales: calabaza, apio, hinojo, granada, mandarina, etc. Por último, no olvides beber 2 litros de agua al día. Empieza tomando una infusión de jengibre al empezar el día ¡no hay mejor forma de depurar el organismo!