Durante los meses fríos, la piel no solo se vuelve más seca y tirante: también puede enrojecerse, perder luminosidad y mostrar signos de deshidratación. A continuación te contamos cómo mantenerla equilibrada y confortable incluso con bajas temperaturas.
🌸 Rojeces e Irritaciones
Las pieles más finas y claras son especialmente propensas al enrojecimiento y la irritación, ya que su barrera protectora es más frágil. En otoño e invierno, apuesta por una hidratante calmante de día y de noche que suavice las rojeces y unifique el tono del rostro.
Busca fórmulas con centella asiática o caléndula, dos ingredientes conocidos por su efecto calmante y reparador.
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Además, limpia el rostro con suavidad utilizando aguas micelares o limpiadores sin jabón, y evita los cambios bruscos de temperatura, el alcohol y los alimentos picantes, que pueden agravar las rojeces.
✨ Falta de Luminosidad
El frío ralentiza la renovación celular, lo que provoca que las células muertas se acumulen y la piel se vea más apagada. Para devolverle su luz natural, exfolia tu rostro con regularidad y usa por la noche una crema con retinol, que estimula la regeneración y alisa la textura de la piel.
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Por la mañana, apuesta por una hidratante revitalizante con vitamina C o ginseng, o añade unas gotas de aceite facial a tu crema habitual para potenciar su efecto iluminador.
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💋 Labios Agrietados y Resecos
La piel de los labios es muy delicada: no tiene glándulas sebáceas ni melanina, por lo que no puede protegerse del frío, el sol o la calefacción.
Para mantenerlos suaves, hidrátalos con un bálsamo enriquecido con manteca de karité o de cacao, y reaplícalo varias veces al día.
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Si tus labios están muy agrietados, bebe suficiente agua (unos 2 litros diarios) y asegúrate de incluir en tu dieta grasas saludables: frutos secos, semillas, pescado azul, aguacate o aceite de oliva.
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