Relajada, morena y… deshidratada. Quizá este sea tu aspecto a la vuelta de vacaciones, pero con la ayuda de la cosmética es fácil devolverle a tu piel la vitalidad perdida.
La ingesta de frutas, verduras y abundante líquido debe formar parte de tu plan diario de rehidratación.
Si bien es cierto que el sol nos carga de energía durante las vacaciones, la excesiva exposición solar “castiga” a nuestra piel produciendo deshidratación. Además existen otros factores añadidos que contribuyen a aumentarla como la sal y la arena de la playa, las aguas cloradas o los aires acondicionados. Todos estos factores provocan un deterioro y un envejecimiento acelerado de la piel. Por eso es importante tratarla para volver a ponerla a punto.
Una piel hidratada tiene una superficie lisa, continua, flexible y satinada; al tacto es suave y, al pellizcarla, se nota firme y elástica. Cuando hay falta de hidratación los síntomas son visibles; piel áspera, rugosa, poco flexible, con tendencia a pelarse, con un tono apagado. Usar diariamente una hidratante es fundamental; no solo contrarresta la sequedad producida por causas externas e internas, sino que además restablece la película protectora de la piel.
El mejor momento es después de la ducha, cuando la piel está todavía húmeda y tibia. Extiéndela mediante ligeros masajes ascendentes, ya que estos movimientos facilitan la microcirculación sanguínea y favorecen la penetración de los principios activos.
Recuerda: Tras las vacaciones, una completa exfoliación corporal seguida de una hidratación intensiva con principios activos de alta concentración serán fundamentales para aumentar los niveles hídricos de tu piel.