AGUA TERMAL: PROPIEDADES Y USOS

Desde épocas remotas, las civilizaciones antiguas utilizaban los baños con aguas termales para curar enfermedades. Los hallazgos más antiguos de esta práctica datan de 2000 años a. C. en la India, también en Italia y Grecia.

Las aguas termales provienen de las capas subterráneas de la tierra. Están a mayor temperatura que la superficie, y son ricas en varios componentes minerales. Se utilizan en tratamientos terapéuticos.


Este agua posee propiedades calmantes y descongestivas, por lo que proporciona una sensación de bienestar y frescor, y refuerza la protección natural de la piel frente a los agentes adversos medioambientales.

Regenera la piel sometida a tratamientos cosméticos agresivos: peelings, láseres…

Ayuda a la recuperación de algunas intervenciones de cirugía plástica: blefaroplastia, lifting…

Suaviza los sofocos del esfuerzo físico o la menopausia, y alivia la sensación de calor.

Fija el maquillaje si las pulverizas a la suficiente distancia como para que no empape.

El agua termal puede usarse por la mañana y por la noche, a continuación de la limpieza de cutis, además de repetidas veces durante el día para refrescar y tonificar la piel (durante el verano, después de tomar el sol, en viajes, tras la depilación, para calmar las irritaciones del bebé, etc). Perfecta para cuidado tanto facial como corporal de toda la familia.

Es muy beneficiosa si sufres de prurito, picores, irritación por roce, psoriasis, dermatitis, y como coadyuvante en el tratamiento de hongos en la piel.

El agua termal procedente de las termas de Salies-de-Béarn es rica en sales minerales y oligoelementos. Es ideal para pieles sensibles, con tendencia al enrojecimiento y a la irritación.

Modo de uso: Pulverizar directamente sobre la piel dejándola actuar durante unos instantes, y secarse después con una toallita o pañuelo de celulosa. Después aplica tu crema hidratante habitual.

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