Enrojecimiento, tirantez y picor delatan una piel sensible, más propensa a reaccionar ante cualquier agresión: sol, viento, calor, estrés, ciertos alimentos…
Para frenar la mayor sensibilidad de la piel por la subida de las temperaturas y la exposición al sol, necesitarás cuidados extra.
Aunque las pieles más claras y secas están más predispuestas a padecer sensibilidad, también afecta a los cutis grasos.
La piel acusa enseguida el cambio de estación y la subida de temperatura hace que los vasos sanguíneos se dilaten, provocando el enrojecimiento.
El sol, aparte de favorecer el envejecimiento de la piel, es uno de los principales agravantes de la piel sensible. Es importante utilizar cremas con FPS de 30 a 50, que incorporen filtros minerales, más respetuosos que los químicos.
La contaminación es otro de los grandes enemigos de la piel sensible. Las finísimas partículas contaminantes se adhieren a la epidermis, donde desencadenan una reacción (oxidación) que debilita la barrera cutánea, provoca sequedad y aumento adicional de la sensibilidad.
Para combatir sus efectos puedes emplear un sérum con vitamina C (eso sí, para evitar posibles irritaciones utiliza concentraciones del 10% de este activo y si tu piel es muy sensible, del 5 al 10%).
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Pásate a los cosméticos “sin”, 100% naturales, sin perfumes, sin alcohol, sin conservantes… son los productos de belleza que mejor se adaptan a tu piel.
El envase es importante. Una vez abierto, debes evitar la entrada de potenciales irritantes o alérgenos. Con las presentaciones en tubo, en lugar de tarro, no se contamina la fórmula con las manos. Opta también por desmaquillantes y ampollas antiedad en formatos monodosis.
Rutinas Básicas
La limpieza es el momento en el que las pieles sensibles sufren más. Hazlo por la mañana y por la noche, tanto si te maquillas como si no, con limpiadores suaves, libres de perfumes y pH neutro. Tan importante es el producto como la forma de aplicarlo: sin frotar para no provocar más irritación y nada de agua caliente (que deja la piel deshidratada y más desprotegida). Acaba con un agua termal, más calmante y suavizante que el tónico.
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Recuerda que las aguas micelares, al no necesitar aclarado, acortan esta rutina, lo que da un respiro a las pieles sensibles.
Hidratación: Elige una fórmula libre de aceites y de textura ligera, que no obstruya los poros. Rehidrata la piel después de la limpieza con alguna crema o sérum con ingredientes calmantes que devuelvan el confort perdido como puede ser el ácido hialurónico, uno de los activos hidratantes estrella y también antiedad. Podrás usarlo tanto por la mañana como por la noche.
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